Levantemos la cabeza y empecemos por el principio de este embrollo: Se considera que existe un Organismo Genéticamente Modificado (OGM) cuando una parte de la información genética de un organismo vivo se combina con la de un segundo organismo, por eso decimos transgénicos. Este proceso de manipulación genética tiene siglos de existencia y reglas establecidas, como explica Pablo González. Obviamente, quien establece esas reglas en el sistema capitalista no está pensando en el beneficio de toda la humanidad, y además, estas reglas, como todas las reglas, están para romperse. En este caso las rompieron la “comunidad científica” y los laboratorios de semillas que trabajaron para los grandes productores. En este mar ruidoso se sitúan los estudios sobre el uso de pesticidas para el “mejor rendimiento” de las plantaciones transgénicas desde principios de los ´80. En Argentina su uso fue autorizado en 1996 por el Secretario de Agricultura, Felipe Solá (¿Les suena?) mediante una Resolución que permitió cultivos transgénicos y utilización de productos agrotóxicos.
En aquel momento se aplicaban tres litros de glifosato por hectárea. Actualmente se utilizan hasta quince litros, sumando otros agrotóxicos. Es decir que, este herbicida (de peligrosidad cancerígena reconocida por OMS en 2015), es utilizado en más de 28 millones de hectáreas en todo el país, en las que se rocían más de 200 millones de litros cada año, mayoritariamente en campos de soja, maíz y algodón. Este uso combinado e indiscriminado supuso un cambio de modelo de producción agrícola. Quienes ya eran millonaries ni se imaginaron que podrían hacer crecer sus ganancias como lo han hecho desde 1996. La producción de soja, maíz, girasol y sus derivados creció indiscriminadamente, así como también lo hicieron sus márgenes de rendimiento y el valor de sus tierras.
Sólo en la Provincia de Buenos Aires, se rocían actualmente 9.5 millones de hectáreas, lo que equivale a entre 10 y 12 kilos de glifosato por hectárea por año. Es decir, en las zonas agrícolas se fumigan 95 millones de kilos de glifosato anualmente, a los que se suman otros herbicidas altamente tóxicos como 2.4D, atrazina, glufosinato e insecticidas muy venenosos para humanos como clorpirifós, imidacloprid, clotianidina y carbamatos en general; todos estos suman más de 140 millones de kilos de agrotóxicos que se vierten en zonas bonaerenses donde habitan 5 millones de personas en pequeñas ciudades y pueblos rurales.
El 19 de febrero de este año, los Ministerios de Agroindustria y de Ambiente y Desarrollo Sustentable (hoy convertidos en Secretarias) firmaron conjuntamente una Resolución que promueve:"la implementación de buenas prácticas en la aplicación de fitosanitarios es de interés común a toda la Nación, razón que amerita una mejor definición de los principios políticos rectores para una mejor coordinación en todo el territorio de las políticas en la materia”. Esta normativa propone la conformación de un “Grupo de Trabajo Interministerial sobre Buenas Prácticas en materia de Aplicaciones de Fitosanitarios” constituido por representantes de ambos Ministerios, a quienes se le sumarían representantes del ex Ministerio de Ciencia, INTA, SENASA, el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) y del Consejo Federal Agropecuario (CFA). No quedaba claro en ese momento si esta creación garantizaba el control sobre cultivos y fumigaciones indiscriminadas o garantizaba la aplicación de un modelo agroindustrial de explotación, que implica la destrucción del suelo, el aniquilamiento de la población, la reubicación de les agricultores locales en los pueblos y, por supuesto, ganancias extraordinarias para el sector más poderoso del campo argentino. Hoy tampoco está claro. Lo que sí está claro es que, como desde hace ya casi dos décadas, hay un enérgico lobby de empresaries y productores que es capaz de cualquier cosa con tal de garantizar ese modelo".
House of cards en nuestras pampas
El nuevo mundo lleno de información tiene su ladito bueno y su lado malísimo, como todo en el Imperio del Capital. El lado malísimo aparece en todas partes al investigar sobre glisfosato y agrotóxicos. Les invito a probar: luego de unas pocas búsquedas, de la lectura de algunos pocos artículos e investigaciones científicas, de tener conversaciones telefónicas acerca del tema, empezarán a surgir en Internet notas "periodísticas" plagadas de frases vacías de contenido o abiertamente mentirosas como estas: "Prohibirlo sería volver a las labranzas, que duplican las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el combustible y la energía consumidor por la maquinaria del arado"; "aquellos que se oponen a la utilización del glifosato y proponen su prohibición tienen un solo enfoque y es el tratado cada vez que se discute esta cuestión"; "Ni las sentencias judiciales ni las especulaciones que grupos ajenos a la actividad agrícola nunca pueden sustituir a la evidencia científica. Esto, junto a la opinión y progreso para los ruralistas y trabajadores del campo es lo que siempre debe estar al frente".
Por otro lado, las intrigas palaciegas de la política y de las finanzas nos muestran intereses encontrados entre economías regionales y el afán interminable de estos sectores económicos, entre la Salud Pública y el "equilibrio fiscal". Desde hace largos años, y con la excusa de que la Ley de Semillas vigente ya es vieja (fue sancionada en 1973), distintas fundaciones y asociaciones que agrupan a grandes productores en Argentina presionan al Estado para que sancione una normativa nueva, la llamada Ley Monsanto.
Esta Resolución de 1996 firmada por Felipe Solá, fue producto de las mismas presiones que provocaron que el Gobierno Nacional presente este mes, a través del ex Ministerio de Agroindustria, un nuevo proyecto de Ley para regular la comercialización, propiedad intelectual y derechos sobre los derivados de las semillas para distintos cultivos. Según distintas organizaciones de trabajadores y productores rurales, quita de un plumazo la poca autonomía que les quedaba. Fuera del mapa de las empresas y el Estado, quedan las economías regionales, les pequeñes productores, el consumo responsable de los alimentos y hasta la costumbre ancestral de varias comunidades originarias que preservan conocimientos acerca de las semillas de generación en generación.
En Benito Juárez, localidad bonaerense cercana a Tandil y Necochea, se reproduce la lógica trasnacional. De los catorce integrantes que tiene el Concejo, seis son productores agropecuarios y uno más es quien hace las fumigaciones y, como era esperable, votaron a favor de la normativa. Otres siete votaron en contra y la presidenta del Concejo desempató aprobando la Ordenanza que permitía la fumigación de campos hasta a 100 metros de distancia de la zona urbana. Es más, algunos medios de comunicación locales, propiedad también de les dueñes de las tierras, durante todo este año no tuvieron ningún interés en tratar públicamente el tema de las fumigaciones aéreas en su Partido. Presionado por la situación, el 31 de agosto, el Intendente Julio Marini, vetó la Ordenanza del Concejo Deliberante.
¿Qué comemos cuando comemos?
Fernando Cabaleiro explica en el libro de reciente distribución "El plato fumigado": "En Argentina, la última reválida de todos los agrotóxicos autorizados como principios activos y formulados comerciales en la agricultura, data del año 2000." Allí se demuestra cómo la alimentación de todes les argentines está totalmente contaminada de agrotóxicos. Este libro detalla un ranking con los alimentos con más presencia de ellos: naranja, frutilla, manzana, apio, acelga, lechuga, limón, espinaca, durazno, mandarina, pomelo, tomate, pelón, pera, y albahaca. Hay una falta deliberada de control de organismos como SENASA, ANMAT, etc. Las evaluaciones respecto del uso de agrotóxicos y su presencia en los alimentos que todes comemos nunca son terminadas o los informes tienen todo tipo de contradicciones que nunca fueron resueltas. Ni siquiera el pedido que varias asambleas y organizaciones realizaron en junio de 2015, luego de una resolución de la OMS solicitando la apertura de análisis de riesgos del glifosato en razón de la nueva clasificación como “probablemente cancerígeno”, ha podido motivar que el Estado saque conclusiones certeras al respecto.
La tierra es colectiva"Yo pregunto a los presentesLa muerte reciente de Fabián Tomassi, la investigación internacional en Monte Maíz, Córdoba, los resultados de las investigaciones independientes del CIMA y de la UNLP, parecen minar un futuro salubre para les vecines y asociaciones que buscan caminos alternativos en esta encrucijada. Sin embargo, existen grandes exponentes de la esperanza como la lucha del Barrio Ituzaingó de Malvinas Argentinas, ciudad de Córdoba. Además desde 2010, Bariloche, El Bolsón, Cholila, Lago Puelo, Epuyén, General Alvear, Rosario, Rincón, Santa Fe y Concordia son algunas de las cuidades que prohibieron el uso y comercialización de productos con glisfosato. A estas deberíamos sumarle los casos de Montecarlo (Misiones) y Paraná, donde resoluciones similares fueron vetadas por Intendentes del Frente Renovador y el PRO, respectivamente.
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más"
En la provincia de Buenos Aires, en los últimos años, podemos contar cientos de experiencias que se organizan y buscan alternativas al modelo de producción con agrotóxicos. Solo por mencionar algunas de ellas: les productores agrícolas que están construyendo un proyecto agroecológico en el Partido de Lincoln y que es uno de los tantos alrededor del país que forman parte del RE.NA.M.A (Red Nacional de Municipios y comunidades que fomentan la Agroecología); El Encuentro de Pueblos Fumigados que en marzo pasado realizó su novena edición, donde organizaciones comunitarias "abren el diálogo para enfrentar a la producción agraria a escala industrial y promueve la agroecológica"; el Encuentro Socioambiental de Buenos Aires (ESABA) que tuvo su primer encuentro en 2013 y es un espacio donde organizaciones sociales, asambleas y personas no agrupadas de la Provincia y de la Ciudad de Buenos Aires analizan las distintas problemáticas ambientales como fumigaciones, feed lot, transgénicos, alimentación, inundaciones, contaminación industrial, basurales a cielo abierto, rellenos "sanitarios", etc. Situaciones que sufrimos todes en los distintos territorios y para las cuales estos colectivos buscan posibles soluciones. Asimismo, entre el 28 y 30 de septiembre pasado se organizó el 13º Encuentro, en Velatropa, Ciudad Universitaria de la UBA.
Organizarse para resistir"Yo pregunto si en la tierraEntre tantos colectivos y personas que, todos los días, se la juegan para que en el futuro tengamos un campo más acorde a las necesidades de toda la población y una alimentación más saludable, tuvimos oportunidad de conversar con les compañeres de la Multisecorial contra el Agronegocio.
nunca habrá pensado usted
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos den"Multisectorial contra el Agronegocio: Comenzamos a construirnos hace algo más de 3 años. Nos reunimos habitantes de los distritos de Marcos Paz, San Antonio de Areco, General Rodríguez, Exaltación de la Cruz y Luján, y luego se fueron sumando de San Andrés de Giles y otros territorios. El objetivo de las primeras reuniones fue poner en común la situación de cada lugar y organizarnos para terminar con las fumigaciones con agrotóxicos. En el correr de las reuniones salieron muchos temas para trabajar. Actualmente estamos confeccionando un mapa de las escuelas fumigadas con agrotóxicos de los partidos donde estamos. Elaboramos y entregamos protocolos de actuación ante casos de fumigaciones con agrotóxicos en las adyacencias de las escuelas. Estamos proponiendo en las escuelas que se confeccionen los planes de prevención de riesgos y que se agregue este protocolo, la presentación de proyectos de ordenanzas de promoción de la agroecología, armamos un protocolo de actuación ante casos de fumigaciones en general –aparte de las escuelas-. Denunciamos hace tiempo para que se cumplan las ordenanzas locales –donde las hay- y para aumentar la restricción de los metros que tienen permitido tirar venenos, y además estamos organizando y participando de charlas, talleres, volanteadas y toda acción que ayude a poner el tema en la agenda de la población en general.
– ¿Cuáles creen que son los perjuicios que trae el agronegocio en nuestra vida cotidiana?Multisectorial contra el Agronegocio: Quienes vivimos en pueblos rurales estamos afectados cotidianamente por la fumigación que realizan con agrotóxicos. Es decir, de manera directa terminamos respirando sus venenos. Además, en muchos casos, tenemos el agua contaminada. Para aclarar, no hace falta estar pegados a un campo sojero o de maíz transgénico, o a una huerta que use agrotóxicos, ya que el veneno se expande debido a la deriva, la cual puede ser peor según las condiciones climáticas del momento de la aplicación. Por ejemplo, si hay mucho viento, llegarán más lejos las gotas pulverizadas.Pero más allá de la población rural o rur-urbana, vemos que toda la población, incluida la que vive en las grandes ciudades, son afectadas al comer y beber alimentos contaminados con agrotóxicos y, en algunos casos, con el agravante de ser transgénicos. Son múltiples las enfermedades y afecciones. Por nombrar algunas, podemos ir desde problemas respiratorios –es muy común el asma al entrar en contacto- y los mal llamados abortos “espontáneos”, hasta malformaciones y distintos tipos de cáncer. Hay infinidad de estudios científicos que lo demuestran.
– ¿Hay alternativas económicas al agronegocio?Multisectorial contra el Agronegocio: Entendemos que la cuestión pasa más allá de la economía. Hablamos de la salud de la población humana en general y del resto del ambiente. Quien produce desde la lógica del agronegocio tiene todo ganancia, porque no se le cobra lo que destruye de la naturaleza –en caso que se pueda establecer un monto- ni los costos que luego afronta la salud pública para ocuparse de las enfermedades que provocan. Por eso les da un rédito económico importante.No obstante, es la agroecología la alternativa concreta al agronegocio. O más bien, podríamos decir que el agronegocio es la alternativa capitalista contaminante de la agroecología. Entendemos por agroecología a un tipo de producción que respete los tiempos ecológicos de los ecosistemas y que no se base en la explotación del ser humano por el ser humano. Dos cuestiones que están en las antípodas del agronegocio. Por nuestros territorios hay gran cantidad de ejemplos, los cuales se multiplican sin parar. Huertas sin patrones y sin uso de venenos, gallineros donde las gallinas caminan y no están enjauladas, comiendo alimentos no transgénicos, etc. En síntesis, la alternativa no es más que la agricultura y la ganadería tradicional, la que se hizo por miles de años en gran parte del territorio del planeta Tierra.
Nicolás Scipione - Comunicador y periodista. Autodidacta del anarcoguevarismo. Todos los días escucho "Animals" de Pink Floyd. Hincha de Bielsa y Chacarita Junios
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