Artista: King Crimson
Álbum: Red
Año: 1974 - 2009
Género: progresivo ecléctico
Duración: ----
Nacionalidad: Inglaterra
En 1974, King Crimson ya se había ganado la reputación de ser una de las bandas más impredecibles no solo de la escena progresiva, ni siquiera del rock, sino de la música en general. Apenas cinco años después de la publicación de su primer disco, esa obra maestra llamada "In the Court of the Crimson King", King Crimson había publicado siete discos de estudio y uno en concierto, por sus filas habían pasado cuatro cantantes, y ninguna alineación se había mantenido por más de un disco. La única constante en la banda, además de la excepcional calidad en las ejecuciones y el espíritu experimental y aventurado de su música, fue y sigue siendo el enano Fripp llevando la batuta de toda esa vorágine experimental que continúa hasta hoy.
Red es el séptimo álbum de estudio de la banda británica de rock progresivo King Crimson, que fue lanzado en 1974.Wikipedia
Antes de la edición de este álbum, el violinista David Cross dejó la banda, aunque aparece en "Providence" (improvisación de 8 minutos grabada en vivo en la ciudad norteamericana del mismo nombre, que aparece en el álbum en vivo The Great Deceiver, aunque esta versión es 2 minutos más corta). La pista titular es un instrumental de 6 minutos compuesto por el líder de la banda Robert Fripp (partes de este tema fueron eliminadas y usadas más tarde en "VROOOM VROOOM", canción del álbum THRAK). Destaca el regreso de los antiguos miembros Ian McDonald (cofundador del grupo) y Mel Collins como músicos invitados en dos canciones. "Fallen Angel" fue la última vez que Fripp tocó la guitarra acústica en un álbum de King Crimson.
Aquí, otro de los discos que por alguna extraña razón no había aparecido aún en el blog cabezón pero que resulta indispensable en nuestro catálogo de buena música. Y aquí está la presentación del Mago Alberto, que se encarga de trae la mejor versión de esta joya de la música de todos los tiempos.
Siguiendo con las remozadas versiones a cargo de Steven Wilson y Robert Fripp, hoy nos encargamos de el álbum que cierra esa trilogía conformada por "Lark´s Tongues" y "Starless and Bible Black". Sí cabezonas/es, hoy llega al blog cabezón "Red", uno de los álbumes con mejor puntuación en Progarchives, pero como ya hemos mencionado en otras ocasiones esas puntuaciones no dejan de ser solo referencias que muchas veces no sirven para un joraca. Un álbum donde los King Crimson se presentan como trío, conformado por Fripp, Wetton y Bruford (menudos nenes), y que marcaran una especie de hito en la extensa carrera del enano y compañia, un trabajo poderoso, redondo, con una polenta casi inusual, donde Fripp se vuelca hacia un universo musical más lineal, aunque esta nunca fue una característica de la música de King Crimson pero que es como una muestra más de lo que fuera y de lo que es capaz de hacer cada vez que encara un nuevo proyecto.Mago Alberto
"Red" cuenta además con la colaboración de otros ex integrantes de la banda, como David Cross, Mel Collins, Ian MacDonald, y de Robin Miller y Marc Charig, por eso el disco no tiene el sonido característico de cualquier trío.
Aquí aparece por primera vez "Starless", una de las más bellas composiciones que haya parido la banda, algunos críticos la consideran como la composicion más extraordinaria que se haya hecho en la historia del progresivo ¿será asi?.
Considerado como el álbum mas influyente de la banda, acoplado al toque que le dió Wilson, terminan por conformar un combo de una edición verdaderamente definitiva, ya que se logro aquí un sonido más claro, más brillante y acorde a los nuevos tiempos.
Un disco que desde la primera nota te atrapa, te compromete a escucharlo hasta el final, y esta edición no tiene desperdicio, así que vayan limpiando esos archivos viejos de otras versiones de "Red" para dejar esta que lleva el álbum a otro nivel, la papelera de reciclaje va a estar muy agradecida.
Increíble que hayan pasado más de 40 años de estas joyas que suenan como si se hubieran grabado en estos días, por eso creo que si hay una banda que aunque pasen mil años siempre van a tener algo más para dar, esa banda es King Crimson. Una banda que forma parte de nuestro ADN, y que se transmutará en otros seres humanos para lograr la definitiva eternidad, como dijo un cabezón en un comentario; AMEN.
Así que hoy tenemos una de las naves insignia del rock progresivo, y aparece, como corresponde, a lo grande!
Un mes después de regresar de una agotadora gira por yankilandia, al término de la cual el gran violinista David Cross fue eyectado (abandonó o fue despedido del grupo, no lo sé), Fripp, el cantante y bajista John Wetton y el baterista Bill Bruford entraron al estudio para grabar "Red", con la ayuda de músicos que habían formado parte de la banda, como Ian McDonald y Mel Collins.
"Red" es un abrasivo instrumental que combina la complejidad armónica de la guitarra de Fripp (mucho más cercana a la vanguardia europea del siglo XX que a las convenciones pentatónicas del blues/rock) con la intensidad de la sección rítmica de Wetton, que si bien quizás no era uno de los bajistas más hábiles del momento, pero sí tenía mucha personalidad y suma imaginación, fuerza y buen gusto, capaz de usar el bajo simultáneamente como soporte rítmico y como instrumento líder, siguiendo líneas que hacen entretenida a la base independientemente de lo que haga la línea melódica, por lo que me hace acordar a él cada vez que escucho bajistas como Mariusz Duda de Riverside y tantos otros que andan más o menos por el mismo estilo, y por fin Bruford, uno de los más grandes músicos que jamás se hayan sentado en el banquito de la batería. Si bien "Fallen Angel" y "One More Red Nightmare" empiezan como canciones relativamente convencionales (la primera, en clave de emotivo folk-rock barroco, la segunda con un pegajoso riff de avant-funk sobre el cual canta Wetton), para después cambiar la marcha con largos desarrollos instrumentales imprevisibles y fascinantes.
"Providence" es una improvisación grabada durante un concierto en la ciudad norteamericana que le da nombre, ciudad nombrada muchas veces por Lovecraft, y constituye el punto más difícil del disco, un tema casi atonal dominado por el violín heredero de Stravinsky de David Cross y la guitarra de Fripp casi metálica no en el sentido de que se asemeje al heavy metal, sino porque suena como láminas de metal siendo arrastradas por el piso de una fábrica, con una sección rítmica que acompaña hasta la segunda mitad del corte, en la que el bajo distorsionado de Wetton adquiere protagonismo.
"Starless" cierra el disco ¿y qué se puede decir de ese tema?, como decía el mago Alberto, quizás no solo la mejor composición en la larga e ilustre carrera de King Crimson, y eso ya es mucho decir, sino quizás uno de los mejores momentos en la historia de la música toda. Iniciando como una bellísima balada dominada por el mellotrón, con una extraordinaria línea melódica de Fripp, con todo lo que un tema de estas características debe tener; belleza, poesía, experimentación, vuelo, fuerza, sorpresa, emoción, vértigo. Una de esas canciones que te acompañan por toda la vida y que de vez en cuando tenés que volver a escuchar aunque no te detengas necesariamente en el disco entero.
Tras grabar tan extraordinario disco, quizás el más redondo de su carrera, Fripp siente que King Crimson no tenía más que decir y, agotado por su relación con la industria musical, decide disolver el grupo. Luego volvería y resurgiría con nuevas facetas, pero esa es ya otra historia.
En definitiva, un discazo que nos faltaba, y con muchos litros de tinta escritos sobre él...
King Crimson es una de las bandas más legendarias e icónicas no solo dentro del rock progresivo, sino de toda la música en general. Su legado es más que excepcional, al día de hoy la obra de King Crimson sigue siendo fuente de inspiración para diversas agrupaciones que ven en esta las mejores piezas compuestas en la historia del cuarto arte. La banda liderada por Robert Fripp se ha caracterizado por tener diversas etapas, al punto de contar con más de dos decenas de miembros en su historia. Una de las etapas más queridas por los fans es la más sinfónica, esa que además podía mezclar la agresividad del hard rock con la precisión y elegancia del jazz. Tristemente el 24 de setiembre de 1974 esta etapa tuvo que culminar, Robert Fripp dio por disuelta la banda y para el terror de muchos fans se creía que de manera definitiva. Un mes después de este doliente suceso sería lanzado Red, un álbum oscuro influencia por el heavy metal, sin dejar de lado el jazz característico de la banda, no cabe duda que una de las obras más excelsas de la música y en palabras de Kurt Cobain: “El mejor álbum que se haya hecho”.Nación progresiva
Red es el séptimo álbum de estudio de King Crimson y por muchos considerado el mejor en toda su vasta discografía. Se encuentra dividida en 5 innovadoras, profundas y progresivas piezas que en cada escucha logran cautivar aun al oyente más exigente. Cada pieza en sí misma logra ser una experiencia totalmente única y esto no genera una falta de cohesión, sino un sublime contraste. Está claro que el sonido de Red también está muy influenciado por sus dos predecesores (Larks’ Tongues in Aspic —también uno de los mejores de la agrupación y probablemente el más experimental— y Starless and Bible Black), pero con momentos aún más melancólicos y oscuros como ya hemos mencionado.
Las sesiones de grabación de Red comenzaron el 8 de julio de 1974, una semana después de haber culminado su gira de tres meses por Estados Unidos. Debo mencionar que durante esta —más específicamente el 30 de junio en Rhode Island— se grabó Providence (tema del que profundizaremos más adelante). Poco tiempo después King Crimson decide dar por resuelto el despido de David Cross, pese a que había ya trabajado tanto en la composición como interpretación en dos temas del álbum. Es así como King Crimson queda reducido a un trío (Robert Fripp, John Wetton y Bill Bruford), debido a este deciden invitar a dos antiguos miembros, a Ian McDonald (con quien fundó King Crimson en 1968) y Mel Collins (que no había trabajado con King Crimson desde Islands), además de otros artistas colaboradores.
La obertura de un álbum de King Crimson no puedes ser menos que deslumbrante y Red (tema homónimo) lo deja muy en claro. Empezando con un riff de otro mundo y seguido por uno más brutal, caótico que acompañado de la poderosa batería de Bill Bruford y la magistral línea de bajo de John Wetton logran un sonido oscuro, brutal y bello en sí mismo. Un tema que ha influenciado mucho en el hoy llamado metal progresivo e incluso en todo el movimiento grunge. Un inicio de álbum realmente majestuoso, solo como King Crimson lo puede lograr.
Párrafos anteriores mencioné que uno de las características de este álbum es que posee una perpetua atmósfera oscura, pero sin embargo se generan contraste en cada tema logrando una experiencia única. Es así como después de la brutal y caótica obertura con Red, llega el sublime contraste en Fallen Angel. Esta pieza comienza como una dulce y bella balada que mientras va avanzando nos encontramos con un contraste dentro del mismo tema y es que un tétrico arpegio divide esta pieza en dos, donde el ángel desciende del hermoso cielo hasta el caótico infierno. Una belleza de tema que es acompañado de un oboe por Robin Miller y una corneta por Mark Charig. Fallen Angel tiene una ejecución perfecta de inicio a fin, el uso de crescendos es adecuado y los riffs más pesados logran toda esa atmósfera oscura que tanto se menciona en este trabajo. Un dato curioso que este tema sería el último de King Crimson en poseer una guitarra acústica.
Y uno de los riffs más pesados del álbum lo tenemos al inicio de One More Red Nightmare, lo que uno puede considerar raro es que para el verso utiliza unos riffs funk más alegres, de alguna manera decirlo. A pesar de ser extraño no deja de ser cautivante y un tema que aporta de manera genial en este álbum, además este es el primero de Red que cuenta con Ian McDonald en el saxo alto. Un dato curioso es que la banda thrash técnico-progresivo Realm en su álbum Suiciety —en su versión del 2006— interpretan el tema que, si bien no logra ser tan genial como la pieza original— logra ser bastante disfrutable e interesante para todo fan del thrash progresivo.
Cuando hablé de la grabación de Red mencioné que Providence fue grabada en vivo en un teatro de Rhode Islands el 30 de junio de 1974. Esta pieza se convierte en la más lúgubre de todo el álbum, además de ser el punto donde el violín de David Cross tiene la mayor participación. Una improvisación más que majestuosa y superior en grandes creces a la que se encuentra al final de “Moonchild” del álbum debut de la banda.
Cuando uno se pregunta por cuales son los mejores temas dentro del rock progresivo puede mencionar “Tarkus” de ELP, “The Moon in June” de Soft Machine, “Close to the Edge” de Yes, “Supper’s Ready” de Genesis o “A Plague of Lighthouse Keepers” de Van der Graaf Generator, pero un tema que nunca puede faltar es Starless. El tema comienza con un crescendo de teclados que dan lugar a un fraseo de Fripp lleno de sentimiento que logra quebrantar el alma, su vibrato de otro mundo estremece cada uno de tus sentidos, pero el tema recién comienza, la voz de Wetton acompañado de su precisa línea de bajo, la virtuosa batería de jazz de Bruford y el saxofón de Ian McDonald entre versos no puede ser menos que ostentoso. Una sección bastante melancólica, aunque de igual manera muy bella y bastante sinfónica, pero esta toma un giro y las notas limpias en guitarra se hacen presente y muestran un pasaje muy tétrico, la percusión se encarga de crear un ambiente que puede poner nervioso a cualquier y así dar lugar a una de las mejores secciones de jazz en el rock progresivo. El nivel de interpretación y virtuosismo diera a entender que es una gran orquesta de jazz tocando una pieza compuesta por el mismo Buddy Rich, pero no, tenemos a King Crimson haciendo despliegue de técnica y sentimiento en una de las mejores canciones compuestas en la historia de la música.
Es así como una de las etapas más queridas de King Crimson culmina, claro que para 1981 volvería la banda liderada por Robert Fripp, nuevamente con Bill Bruford y ahora acompañado de Tony Levin y Adrian Belew. Un estilo que sería cautivante e innovador mostrando una faceta de ritmos más matemáticos y armonías en dos guitarras, pero siempre se recordará con nostalgia y mucho cariño a la etapa más sinfónica, aquella del mellotrón profundo, del alto saxo entre versos, de ese caótico y jazz. No cabe duda que el nombre de King Crimson no está por nada en la banda, ellos son los reyes y álbumes como Red lo demuestran. Un álbum que es citado por bandas y artistas como Dream Theater, Opeth y Steven Wilson, incluso por artistas no progresivos como es en el caso de Kurt Cobain. No ha de sentirme más feliz por iniciar el año con tal belleza de álbum, en lo personal King Crimson es una de mis bandas favoritas por diferentes motivos y mis dos álbumes favoritos de esta maravillosa agrupación es In the Court of the Crimson King: An Observation by King Crimson y, obviamente, Red.
El último gran álbum de los mejores King Crimson, los de la década de los ’70, veía la luz en aquel Noviembre de 1974. Red nacía proyectando su propia sombra densa, vestida de elementos de su sinfónico pasado, de un oscuro y rauco Jazz y del naciente Heavy Metal, marcado este último por las distorsionadas guitarras y sus pétreos riffs, que dieron una visión un tanto peculiar de aquel primogénito del Hard Rock desde el especial prisma de Robert Fripp.Cuericaeno
Y esta visión tan sólo se vislumbra en el primer tema, el que le da nombre al álbum, un instrumental vertebrado por pesados y ambiguos riffs cual si fueran de una especie de Black Sabbath mutantes, Maestros de ‘otra’ Realidad, haciendo avanzar la canción con una extraña desenvoltura, nutrida de una oscura y grotesca actitud que remata en señorío y sentimiento en cada agudo acento melódico del bajo de John Wetton, mostrándonos una dualidad de temperamentos que se funde de forma mágica en este magistral corte. Una sublime extravagancia.
Fallen Angel es una balada que se presenta dulce al principio, con una melosa línea vocal que comienza con la frase ”Lágrimas de gozo por el nacimiento de un hermano”, para que más tarde surja, tras un parón, el inesperado contraste donde nos abraza un tétrico arpegio solitario de eléctrico espectro, uniéndosele poco después el apoyo de la batería y la voz, para encarnar a un sombrío y elegante estribillo de hipnótica parsimonia, extendiendo el cantante lentamente cada primera vocal de ese Fallen Angel que da nombre y alma al corte, donde bien entrado ya ese estribillo se ilustran las metálicas secciones de viento que ornamentan con gran belleza y acierto uno de los momentos clave de este Red.
El bizarro y entrañable One More Red Nightmare posee un dinamismo alocado, frenético, donde al cantante lo acompañan unas extrañas palmas en el verso y estribillo, para en primera persona narrar una pesadilla que tiene mientras es pasajero de un autobús, soñando con que está en un avión a diez mil pies de altura, hasta que éste empieza a descender peligrosamente poniendo en peligro su vida, pero él logra despertarse antes de que el avión se estrelle, viéndose de nuevo en el interior de ese autobús. Letra paranoica como la canción en sí.
El extraño efecto de platillos que abunda en ese One More Red Nightmare no es hecho por una hoja de metal ni por un efecto de sintetizador, pues este sonido surge a partir de ser rescatado del cubo de basura de su local de ensayo un plato Zildjian barato que estaba doblado, tirado por el batería de uno de los grupos que compartían local con Crimson. Ese rescate del plato les vino bien, pues su extraña sonoridad era la que iban buscando para este tema, detalle que viene a resumir perfectamente la loca etapa de experimentación en la que vivía el grupo, en la que cualquier elemento rudimentario era válido para expandir su universo sonoro. La verdad es que el efecto que produce ese desechado plato al que se le dio una segunda oportunidad es realmente atractivo, y un símbolo de resurrección muy significativo para el despegue que tuvo la banda tras este álbum, después de que en anteriores obras no tuvieran el apoyo que se merecían, poniendo como ejemplo aquel denostado Lizard, que pese a su grandeza, ha sido incomprensiblemente subestimado.
Providence nace directamente de una improvisación grabada en vivo en Providence, Estados Unidos, el 30 de Junio de 1974. Esta pieza es un instrumental de lúgubre y decadente atmósfera, siendo marcado su comienzo por delicadas pinceladas de notas de violín a cargo de David Cross, que poco a poco, y animado por un furtivo gong y los densos titubeos del bajo de Wetton, va cobrando demencia con neuróticos espasmos, para luego dar paso todo ello a un sincopado ataque de percusión y bajo, donde éste último dibuja sus propias siluetas sobre el minimalista y estridente fondo que emite la guitarra de Fripp, en un tema que avanza como enajenado pero mostrando en su profundidad su propia lógica por los expresivos argumentos del bajo.
Y el desenlace de esta obra no podría ser mejor traído que por Starless, un tema donde King Crimson volvieron por un momento a sus raíces más sinfónicas, retornando el melotrón a proyectarnos el antiguo espíritu de grandes temas épicos como Epitaph o In The Wake Of Poseidon, con esa imperante sección de cuerda que lo inunda todo.
El tema comienza en clave de balada, con ese mencionado melotrón que tan etéreo es acompañado con suavidad y tacto por la batería y el bajo, para poco después entrar Fripp con una sutil melodía de guitarra que susurra y contonea sus notas con delicadeza, hermosa melodía que será protagonista crucial del corte en cada acertada aparición. Ya el escenario idóneo ha sido erigido para recibir a la voz, que llega con una cálida exquisitez, evocando a las grandes composiciones vocales de antaño, como en los ya mencionados Epitaph e In The Wake Of Poseidon, en una elemental estructura verso/estribillo a la que no se le puede pedir más por su sentimiento, que se hace mutuo frente al oyente. Y para hacer más sublime el momento si cabe, al cantante lo acompaña en todo momento un tierno saxo que hace como de segunda voz, traduciendo esa línea vocal de John a su propio idioma del sentimiento, como un intérprete de otra naturaleza más bella aún que la terrenal. No se pierdan por ello cómo el oboe (que también asiste) traza una bellísima melodía alternativa durante la frase ”Fades into grey” [lapso 3:50/57], no hay palabras ante eso, sólo un nudo en la garganta.
A partir del minuto 4:25, entra un calmo pero inquietante pasaje donde guitarra y bajo mantienen su propio soliloquio paralelo, como dos dementes medio sedados que deambulan codo con codo por la oscuridad, hasta que el desarrollo de ambos instrumentos va ganando temperamento y vigor, siendo acompañados ya por la batería por una escalonada senda ascendente de intensidad, llena de matices por parte del versátil Bill Bruford a las baquetas, para que tras un demencial puente de notas discontinuas estalle en una salvaje algazara jazzística de estridentes saxos y vertiginosa percusión.
Pero lo inesperado ocurre, siendo interrumpida sutilmente esa impetuosa jam por el retomar de la melodía inicial con la que nació la guitarra en el tema, pero con un pulso esta vez, con un empuje en el bajo y la batería realmente abrumadores, volviendo a conquistar el trono de nuestro corazón con más fuerza que al principio, y volviendo a emerger, ya como ocaso tanto para el tema como para el disco, ese mágico melotrón que siempre trae grandes momentos. La mejor canción del disco despide la mejor década en el reinado del Rey Carmesí.
Este álbum sin duda marcó un antes y un después en la carrera de la banda, pues tras 7 años de silencio después de Red, la banda volvió entrados los ’80 con otra onda completamente distinta, otra visión y concepción de su sonido, sonando también interesantes y originales, pero dejando atrás algo cuya ausencia duele... su alma sinfónica, su corazón de Jazz y su mente de Rock atemporal. Grandiosos monumentos dejó su imperio.
King Crimson ya era una banda mayúscula cuando, en 1974, Red salió a la calle. Con su debut (In The Court Of Crimson King), el grupo londinense se había ganado un lugar en la inmortalidad, pero sus aportes continuaron con una seguidilla impresionante de piezas maestras.Fernando G. Toledo
Versátil como pocos, el guitarrista Robert Fripp (alma máter del grupo) soportó el recambio constante de las formaciones y ahora tenía a su lado al cantante y bajista John Wetton y al ex baterista de Yes Bill Bruford, quienes junto al violinista David Cross y ocasionales invitados habían grabado dos placas fundamentales como Lark’s Tongues In Aspic y Starless and Bible Black. Pero de pronto, y mientras más afiatada sonaba esta formación, Fripp se decide a dar un golpe de timón: reduce el grupo a un power-trío, pone a Cross como convidado y convoca a algunos músicos de discos anteriores para dar una estocada última antes de disolver el grupo. El final no sería tal, claro (seis años más tardes, King Crimson volvió al ruedo), pero Red acabó siendo un disco extraordinario, con cinco composiciones que engalanaron una discografía admirable y que todavía hoy encandila con su brillo.
Repasar el disco en palabras es una delicia y, a la vez, una injusticia. Pero el esfuerzo vale la pena. El instrumental Red abre el fuego, y para hacer honor al color, resulta una pista «incendiaria»: hay algo de bramido en la guitarra de Fripp, en el bajo de Wetton. Hay color y potencia en la batería múltiple de Bruford, y hasta en los violines que multiplica el ronco Mellotron (¿a cargo de David Cross?). Que algunos vean aquí algo del grunge que 20 años más tarde llevaría a la fama a los grupos de Seattle no es extraño si se atiende exclusivamente a esa potencia sonora que Red despliega, pero hay que decir que aquí no hay gestos ni muecas, no hay bravuconadas. Hay sólo genio.
Después de tanta intensidad, Fallen Angel (que amenaza en el preludio a seguir la posta del tema antecedente), ofrece un cálido reposo. Se trata de una balada más cercana a las de Lark’s Tongues… También acá Wetton se deja ver no sólo como un cantante vigoroso y dotado, sino también como un sutil ejecutante del bajo. La banda recupera en esta canción los vientos de Ian McDonald y Mel Collins, dos «ex» . Sus saxos, más el oboe de Robin Miller (y al final, la trompeta de Marc Charig) se ubican por detrás de la voz del cantante, en ocasiones, y del solo de Fripp en otras, pero recrean una pared melódica que le da peso específico a un tema cuya lírica de Palmer-James (mucho menos inspirada que la de Peter Sinfield, el letrista anterior) le canta a un pandillero de Nueva York.
One More Red Nightmare reedita el furor de la primera pista. Ritmo, unas bases endemoniadas y una penetrante guitarra eléctrica hacen de ésta una canción imposible de desatender. Pero lo que tiene de sensual no hace mella en su riqueza interna. En el intermezzo, por ejemplo propone un rico punteo de guitarra que el saxo de Collins sazona con pasión.
Providence continúa la línea del tema Lark’s Tongues In Aspic Part 1 y, también, la pertenencia de la música crimsoniana al universo de la música culta. Siguiendo cierto expresionismo propio de Stravinsky, Bartók, este tema (que no desecha la improvisación) no se parece en nada al resto de los títulos. Comienza con el violín de David Cross que va y viene, mientras invita al resto de los instrumentos (bajo, saxos, batería, teclados y guitarras) a sumarse a la juerga. Son ocho minutos notables y desafiantes, que bien podrían estar firmados por un Luigi Nono o un György Kurtág, por nombrar sólo a dos compositores destacados del siglo anterior.
Luego, el final del disco termina siendo apoteótico: Starless, quizá la más bella de las canciones de Crimson, podría ser una simple balada. Comienza con un misterioso tapizado de Mellotron sobre el que Fripp pone de inmediato la melodía principal con su guitarra mágica. Pero luego de que Wetton, Fripp desarrollan el tema viene un impresionante crescendo que da cabida a todos los instrumentistas del álbum, en cuatro minutos magníficos tanto melódica como interpretativamente. Tras el vendaval, el reposo baladístico retorna y se repite, como se repite la frase del estribillo que alude al título del álbum precedente del grupo, «Starless and Bible Black».
Si Starless clausura tanto el álbum como esta formación legendaria de King Crimson, es por contrapartida mucho más lo que se abre después de este disco. Es que Red caló hondo en las bandas progresivas y en el rock todo, y resultó germen para numerosos grupos cuya enumeración demandaría más que una simple página. Si el disco fue considerado en los ’70 una pieza maestra, hoy no les menos. El tiempo en este caso le ha agregado dos virtudes: a 30 años de su edición, Red suena todavía actual, y además, imprescindible.
Y así pasaron los primeros discos crimsonianos en esta sección de los "40th Anniversary Edition". Tantos buenos discos de King Crimson, y tan distintos, con tan buenos músicos en cada formación, que uno no sabe con cuál quedarse... Bueno, sí: con todos.
Lista de Temas:
1. Red
2. Fallen Angel
3. One More Red Nightmare
4. Providence
5. Starless
6. Red - Trio version (Bonus track)
7. Fallen Angel - Trio version (instrumental) (Bonus track)
8. Providence Full version - taken from "The Great Deceiver" (Bonus track)
Alineación:
- Robert Fripp / Guitar and Mellotron
- John Wetton / Bass and Voice
- William Bruford / Drums, Percussives
With:
David Cross / Violin
Mel Collins / Soprano Saxophone
Ian McDonald / Alto Saxophone
Robin Miller / Oboe
Marc Charig / Cornet
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