Artista: John Zorn
Álbum: The Garden of Earthly Delights
Año: 2017
Género: RIO / Avant Prog
Duración: 45:30
Nacionalidad: EUA
En 2016 se cumplieron 500 años de la muerte de uno de los pintores más importantes de la historia, Jheronimus Bosch, autor entre otras obras, de “El jardín de las delicias”, el enorme tríptico en el que interpreta de una manera más que peculiar la dialéctica del bien y el mal, el cielo y el infierno. Siguiendo su interés por la reinterpretación musical de simbología antigua, que hemos visto en las numerosas producciones de Book of Angels Vol. II, en las que Zorn compone, dirige y comisiona a otros intérpretes la música que le inspira esa imaginería, esta vez nos trae su propia visión musical de esa obra maestra de la pintura. Con una fusión impresionante de heavy metal basado en órgano (como el del hard rock setentero, a la Deep Purple), funk, blues y hasta madrigal antiguo y elementos clásicos, Zorn dirige un ensamble insuperable para mostrarnos su propia visión de la obra de Bosch. Un absoluto imperdible cabezón.
No es su título original —no se sabe cómo lo llamó su autor—, pero “El jardín de las delicias” de Jheronimus Bosch es una de las pinturas más conocidas de la historia del arte occidental. Tampoco se sabe exactamente cuándo fue pintado; distintos historiadores refieren fechas o periodos diferentes, entre las décadas de 1480 y 1510, unos adscribiéndolo a su periodo juvenil, otros al de madurez. Misterios de un tiempo en que el registro de las cosas respondía a otros criterios, un tiempo en que no existía la inteligencia artificial que hoy nos lo fecha y localiza todo, incluyendo lo que queremos olvidar. Cierto que antes de internet solo lo conocieron quienes habían viajado a España y visitado esa colección de despojos que es El Prado o visto una reproducción impresa en algún libro. La historia cuenta que el rey Felipe II lo “adquirió” porque admiraba a Bosch (en España le decían el Bosco), pero la realidad es que fue “confiscado” por el terrible duque de Alba en 1568, durante la guerra en la que España buscó mantener la hegemonía sobre los Países Bajos que le era cuestionada por Guillermo de Orange, líder de la rebelión contra los Habsburgo y propietario legítimo del cuadro; qué raro, exactamente en el mismo tiempo en que España realizaba el despojo americano.
interior del digipack con la reproducción de los tres paneles |
Hoy “El jardín de las delicias” es pimienta de todas las sopas. Tres ejemplos: la cadena de medios holandesa NTR produjo en 2016, para conmemorar los 500 años de la muerte de Bosch, un extraordinario documental interactivo en el que se cuentan muchas de las interpretaciones del cuadro sobre una reproducción en alta resolución que se puede ver aquí: https://tuinderlusten-jheronimusbosch.ntr.nl/en. El fabuloso disco Aion de Death Can Dance, que incluye hermosas versiones de música medieval y renacentista, tiene en su portada una de las escenas del “Jardín” de Bosch (habrá que traer ese disco al blog), en la que una pareja está por sucumbir a los placeres de la carne. Hay un usuario de tuiter, @boschbot, que diariamente comparte en la línea de tiempo detalles de esa obra alucinante, ese trabajo que ha sido interpretado de mil maneras y sigue sin dar a torcer su sentido último, quizá porque la intención del genial pintor holandés de las postrimerías de la Edad Media fue precisamente esa, la de proporcionar una obra abierta en una época en que toda obra debía ser cerrada.
El búho del primer panel que representa duda y amenaza |
La interpretación hegemónica, hoy matizada por algunos historiadores, era intensamente moralista y quizá no es del todo errónea, especialmente si atendemos al tercer panel, el del infierno: Bosch había retratado en el enorme tríptico (de 2,20 por 3,89 m) la caída del ser humano, desde la creación hasta el pecado y sus consecuencias infernales y eternas. El tríptico (hoy lo llamaríamos así; en realidad es más bien un biombo o un retablo) pintado con óleos sobre grandes planchas de madera, está compuesto por tres paneles; cerrados, los dos laterales, pintados en anverso y reverso, ocultan el universo simbólico más alucinante y muestran una imagen del mundo encerrado en una esfera como de cristal. Abiertos, cuentan mil historias. El panel izquierdo representa al paraíso terrenal, en primer plano a un dios juvenil, casi un Cristo, que toma de la muñeca a una Eva desnuda para entregársela a un Adán sentado, expectante. Los rodean las creaciones que dios hizo en el mundo, plantas, aguas, montañas, animales y el árbol del bien y del mal en el que se enrosca la serpiente como advirtiendo que el mal —la debilidad del ser humano recién creado que pecará— se encontraba también en su plan divino. El panel central es el jardín de las delicias terrenales propiamente dicho. Destacan en él cantidades de personas, siempre desnudas, en ocasiones sin una clara identidad sexual, como en una orgía inmensa en la que la sexualidad y la voluptuosidad se explayan en todas sus dimensiones. La visión general parece ser festiva. Hay una interesante ambigüedad en las escenas que hace dudar de la interpretación clásica en la que se supone que todo lo ahí representado provocará la ira y el castigo divinos que irrumpen en el tercer panel: el infierno. La fiesta del jardín parece haber desembocado en los más oscuros tormentos, y resulta interesante que buena parte de la escena esté ocupada por instrumentos musicales, algunos de ellos ejecutados por monstruos horrendos —como el que aporrea un tambor—. En la Edad Media, la música popular era tan pecaminosa como el juego de azar, la usura, la glotonería o la borrachera; conllevaba el peligro de provocar la danza y esta la lujuria, por lo que tendría sentido que Bosch la hubiese incluido en su infierno. ¿Por qué, entonces, incluir una partitura —representación escrita de la música de dios—, incluso tatuada en las nalgas de uno de los atormentados?
Pero es la música lo que nos interesa hoy al hablar de “El jardín de las delicias”. John Zorn, esa fuente interminable de genialidad sonora, ya nos había mostrado su capacidad evocadora con los veintitantos volúmenes del Book of Angels Vol II, en los que escribe y comisiona piezas inspiradas en la demonología y la angelología antiguas. Esta vez, para participar en la celebración del medio siglo de la muerte de Bosch, se trata nuevamente de una comisión —Zorn no toca en esta grabación pero dirige—, o más que eso, del sexto trabajo realizado con el trío Simulacrum (John Medeski [de Medeski, Martin and Wood, que también han grabado en el Book of Angels] en el órgano; Kenny Grohowski [de Abraxas] en la batería, y Matt Hollenberg [de Cleric] en la guitarra), al que se suma nada menos que Trevor Dunn (¡Secret Chiefs 3!) en el bajo y participa en algunos tracks con voces, que no canciones, la cantante experimental Sara Serpa. El resultado es tan indescriptible como el cuadro de Bosch, ¡es la locura!
Se trata de improvisaciones para heavy metal en fusión con un jazz frenético que recuerda a los inicios de Zorn en Naked City. Diversos elementos de “El jardín” le brindan a Zorn pretextos para desbocar la improvisación, en una gama que va desde lo más neurótico de su producción hasta la dulzura de la voz de Serpa. El binomio Grohowski-Dunn soporta un despliegue (antiarmónico) en el órgano y la guitarra a base de la eliminación de toda lógica en los compases superpuestos y los recorridos sonoros de un virtuosismo inigualable.
En este despliegue, Zorn hace viajar a los músicos y a los oyentes por diversas escenas y elementos de la obra boschiana: un neurótico ballet de ángeles y demonios —este disco bien podría ser una entrega más del Book of Angels—; una visión tropezada e iracunda de la “máquina infernal” que se refiere probablemente al extraño ser ovoide del panel del infierno; el árbol del drago que aparece en el paraíso; un peán (forma musical que tiene su origen en la antigua Grecia, con el que los guerreros cantaban al dios Apolo) para el príncipe del infierno; la música de la carne, en la que parece evocarse la escena de los instrumentos infernales; un retrato dulcísimo de Eva y Adán llevado por la guitarra; la imagen especular quizás referida a las muchas simetrías del cuadro, sostenida en un ¾ de vértigo; una casi apocalíptica visión de conjunto de “El jardín”; un brevísimo “circuito”, quizá la mayor improvisación del disco, que dibuja el carnaval de la locura que vemos al centro del cuadro, y un cierre “Fuera de la esfera eterna” que parece evocar el tríptico cerrado que nos despide de este viaje con la voz de Serpa.
En suma, uno de los mejores discos que he escuchado de John Zorn, un verdadero regalo para ustedes, cabezones y cabezonas. Pido disculpas por haberme ausentado del blog durante algunos meses; cuando escuché este disco pensé que no podía ser tan díscolo como para no compartírselos, así que regreso para dejárselos con amor. ¡No se lo van a acabar! Como dice Tzadik, el sello de Zorn:
El sexto disco del ensamble más pesado de Zorn en el siglo XXI, Simulacrum, celebra el 500° aniversario de la muerte de uno de los más grandes pintores que el mundo ha conocido, Jheronimus Bosch. Un visionario de inigualable poder cuya imaginación y cuyas fantásticas creaciones permanecen solo suyas, Bosch es una de las figuras más enigmáticas del arte mundial. Inspirado por sus surrealistas visiones del cielo y el infierno, The Garden of Earthly Delights mezcla heavy metal, blues, funk, jazz y música clásica contemporánea en una de las más extrañas amalgamas que has oído. Más integrados que nunca y acompañados por el bajista Trevor Dunn, Medeski, Hollenberg y Grohowski se encuentran en su mejor momento en esta visita a un salvaje mundo musical donde todo es posible y te deja con la boca abierta.Hay una buena reseña de este disco, por Javier Mardones en Humo Negro: https://www.humonegro.com/discos/john-zorn-the-garden-of-earthly-delights/
Otra en inglés, de Mike en ANM Reviews: https://avantmusicnews.com/2017/03/05/john-zorn-the-garden-of-earthly-delights-2017-tzadik/
Progarchives también lo ha comentado: http://www.progarchives.com/album.asp?id=54051
Lista de Temas:
1. Angels and Devils
2. The Infernal Machine
3. The Dragon Tree
4. Paean to the Prince of Hell
5. Music of the Flesh
6. Eve and Adam
7. Mirror Image
8. The Garden of Earthly Delights
9. The Circuit
10. Out of the Eternal Sphere
Alineación:
- John Zorn / composición, arreglos, producción, dirección
- Matt Hollenberg / guitarra
- John Medeski / teclados
- Trevor Dunn / bajo
- Kenny Grohowski / batería
- Sara Serpa / voz (10)
Una nota más: en este caso no se trata de una subida propia. Vale el esfuerzo de comprar este discazo, pero mientras tanto lo podemos escuchar en alta resolución gracias a los colegas del foro Jazznblues (https://jazznblues.club/) que es una auténtica mina de oro (no saben las maravillas que tienen ahí) y que piden y respetamos que no se resuban los materiales que ellos comparten (su sistema de descargas es lento pero seguro; les dejo los datos en la bibliocabezona).
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