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Wednesday, March 20, 2019

Leo Maslíah - Cansiones Barias (1980) / Falta un Vidrio (1981) ---ScRaBBlE

El comienzo del gran músico uruguayo Leo Maslíah, ahora presentado por el Mago Alberto: canciones, humor, música y textos para pensar y reír. Versátil como pocos, un tipo que cultiva todas las artes y aunque declara que no le interesan el humor ni la ironía, toda su obra está recorrida por planteos absurdos. Compositor, cantante, escritor, dramaturgo, con una basta obra generada a lo largo de sus 40 años de actividad de un humor experimental asombroso. Aquí, toda la imaginación y la jovialidad de un músico personalísimo, especial y talentosísimo como pocos, en otro aporte del Mago Alberto para el público cabezón.

Artista: Leo Maslíah
Álbum: Cansiones Barias / Falta un Vidrio
Año: 1980 / 1981
Género: Humor experimental
Nacionalidad: Uruguay


Virtuoso pianista con una capacidad para sorprender y una lucidez bestial para desbaratar ideas consagradas, ello queda en evidencia en cada una de sus tantas producciones, donde cuestiona la noción de las cosas cotidianas. Dentro de su obra abarca un abanico estilístico inconmesurable. Quizás no muchos sepan que en 1981 su composición electroacústica "Llanto" integró la programación del Festival anual de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea realizado en Bruselas, Bélgica, y en el 2008 su disco "Árboles" ganó en Argentina el premio Gardel como mejor álbum instrumental. Escribió también numerosas obras de teatro, algunas de las cuales dirigió y en algunas de las cuales actuó.
Aquí el Mago nos presenta sus dos primeros discos y nos habla de él en las siguientes líneas...

¿Leo Masliah esta loco?, porque si eso es así, habría que replantearse muy bien que es estar "loco", porque este uruguayo es quizás lo mas extravagante, lo mas divertido, lo mas intelectual que ha surgido en la ribera ríoplatense, y eso es superlativo, porque tendríamos que a su vez incorporar a Masliah como uno de los grandes músicos que se codearon con lo más significativo del panorama rockero de las dos orillas, ¿por qué rockero?, porque ese concepto le cabe por todos lados a Leo, a su vez es el único público que siempre se acopló desde los 80 a sus recitales.
Cuando Masliah comenzó a venir especialmente a Buenos Aires, se agotaban las entradas en cualquier lugar que se presentaba, y ¿qué provocaba ese fanatismo?, el motivo te lo mostramos en este posteo donde en un dos por uno te presentamos los dos primeros trabajos del oriental.
Leo Masliah es la mezcla entre un empleado de alguna sucursal bancaria, la locura de Hermeto Pascoal, la lírica de Charly García, y la instrumentación de Frank Zappa, un delirante musical que contrasta con su pelada, sus anteojos, y su enorme pero enorme talento.
Un músico que en 1974 en su primera presentación en público, lo hizo interpretando en órgano un concierto de Haendel (wiky), las orquestas uruguayas interpretaron varias de sus obras sinfónicas. Sus obras de cámara forman parte del repertorio de algunos intérpretes nacionales y extranjeros. En 1994 fue distinguido por la Fundación Konex de Argentina entre las cien mejores figuras de las letras argentinas de la década 1984-1994.
Tiene grabados mas de 40 discos, a escrito mas de 40 libros, y sus obras de teatro fueron representadas tanto en Uruguay como en Argentina por prestigiosas compañias. O sea un genio total dedicado por completo al arte. Sus letras siempre contestarias reflejan aspectos cotidianos del ser humano, pero también hay mensajes humanistas, ecológicos, políticos, y de vida y muerte. Por eso a Masliah hay que entenderlo en general, lo parcial, lo humorístico son solo una parte del todo.
Estos primeros trabajos lo muestran a Masliah con su enorme caudal humorístico, con letras contando historias delirantes, con aires típicos rioplatenses. Una de sus mayores virtudes es su estilo de cantar que potencia toda la lírica de sus composiciones. Como Bonus va "Zanguango".
Para los que en el resto de sudamérica aún no conocen a este monstruo, les aviso que apenas escuchen el primer track de cualquiera de estos dos trabajos una sensación de asombro los va a inundar de golpe. Estan avisados!.
Mago Alberto




Cansiones Barias es el disco debut del músico y escritor uruguayo Leo Maslíah.
Editado en 1980 por la discográfica Ayuí dentro de su Serie “Tiempos de Cantar”, muestra el particular estilo de Maslíah, donde la ironía es una constante para lograr un humor reflexivo, retratando personajes de la vida cotidiana con su incisiva mirada. Buena parte de los temas están enmarcados en el ámbito obrero fabril, como “La polca del espiante” u “Ojo con la púa”, adonde Maslíah asume en primera persona la voz de los trabajadores, o elige relatar desde afuera las situaciones que ocurren con voz crítica.
Aunque Maslíah es un reconocido pianista, en este primer disco la mayor parte de las canciones están acompañadas por guitarra. En los temas que ejecuta el piano, se destaca el uso de elaboradas y rápidas melodías tocadas mientras está cantando, una habilidad notable que se volvería característica en su carrera.
Imaginate m'hijo” es la voz sin esperanza de un hombre ya mayor a un joven, relatándole las amargas situaciones de una mediocre vida adulta. “Todo así” insiste con una melodía frenética y monótona, diciendo al oyente que su vida “es así de igual, toda así, muy igual”. “El concierto” es una de las composiciones más recordadas de Maslíah, donde el uso de una ambigüedad lleva a un desenlace fantástico: ocurre que en un teatro se desarrolla un concierto de música clásica de calidad tan elevada, que el público comienza a elevarse literalmente para terminar muriendo al impactar con el techo del edificio. “La chusma” es un relato con voz despreciativa sobre un casamiento entre personas de clase baja, que termina en tragedia cuando llega la noticia de que el novio falleció en el viaje al festejo, deteniéndose en los comentarios de los amigos y parientes. “La balada del Pocho Martínez” juega permanentemente con la confusión del oyente, ya que su protagonista cambia constantemente de nombre, y sueña que está soñando de forma circular, de forma que le toma toda su vida despertar de todos sus sueños sucesivos.
El escenario industrial está presente en varios temas (cuando editó el disco, Maslíah aún trabajaba en FUNSA): “El médico certificador” observa agudamente a un médico que tiene como misión a cumplir el evitar que los obreros de una fábrica falsifiquen enfermedades; “El encargado” critica a un encargado de fábrica que despliega todo su poder sobre los trabajadores, pero en realidad se considera desdichado porque siente que merece un puesto mejor. “La polca del espiante” es la voz de un grupo de obreros que resultan despedidos por haber sido encontrados jugando al truco durante su horario laboral; y “Ojo con la púa” es un relato humorístico sobre un trabajador al cual sus compañeros hacer creer que su mujer lo hace infiel, y lo convencen de tal forma que termina malinterpretando una escena que protagoniza su esposa, y la asesina.
Wikipedia

Falta un vidrio es el segundo disco del cantautor, escritor y humorista uruguayo Leo Maslíah. Fue editado en 1981 por el sello Ayuí, y re-editado en formato CD junto con “Recital especial” en el año 2005.
Luego de su debut Cansiones barias (1980), Maslíah elaboró un disco con mayor complejidad en la musicalización, introduciendo incluso un tema instrumental (“El rejunte”), realizado íntegramente con percusión, atonal y combinando distintos motivos rítmicos. Mientras “Cansiones barias” estaba instrumentado sencillamente con guitarras y piano, en “Falta un vidrio” aparecen sintetizadores y teclados, además de ocasionales coros femeninos.
En cuanto a la temática general, en “Falta un vidrio” desaparece la fábrica como ámbito predominante de las canciones. El protagonista de “La moto” es un clásico motociclista soberbio que cuenta cómo se impone en las calles con su vehículo, y que finalmente está hablándole a San Pedro, ya que falleció en un accidente por su imprudencia. La ironía es el recurso principal en “Artistas profesionales”, donde un artista plástico, un músico y un actor de teatro se declaran primero apasionados a sus oficios, para terminar confesando que en realidad se dedican a elaborar afiches, jingles y publicidades televisivas. “Adiós Miguel” es una cruda despedida a un amigo o pariente que está por abandonar su país, pero no como exiliado político (algo frecuente en los años previos a la edición del disco) sino para radicarse en uno que le brinde un mejor pasar económico, recriminándole su decisión y diciéndole que de tomarla, nunca regrese ni dé muestras de nostalgia. En “Cerrajería”, el protagonista ruega al cerrajero que le repare su cerradura, y explica su terror a la inseguridad, finalmente recomendando a todos comprar sistemas de seguridad hogareña porque “(...) la gente no tiene tanta honestidad como la tiene usted”, instando a desconfiar del prójimo. En “Empleada de oficina que atiende al público”, se recrimina a una oficinista el desdén y desprecio con el cual atiende al público, con frases incisivas y ridiculizantes.
Wikipedia



Sobre "Falta un Vidrio" se escribieron cosas como esta:
El uruguayo Leo Maslíah quizá sea el artista más inclasificable del que tengo noticia, y si hubiera con quién compararlo diría que de largo el mejor en algunos de los campos en los que se mueve su amplia actividad. Pianista de técnica virtuosa y concisa (tanto al abordar repertorio "culto" como jazzístico -improvisando sin complejos sobre standards- o popular; sea como solista o acompañante), actor, autor de teatro, de cuentos que en sus conciertos se convierten a veces en extraordinarios monólogos, novelas y música en gran variedad de estilos (tiene incluso una ópera que pudo ver estrenada hace pocos años)... para dejar boquiabierto al más pintado, vaya.
Sin embargo es sobre todo conocido como autor e intérprete de canciones, aunque el término "cantautor" no creo que le haga suficiente justicia. Pero bueno, valga para entendernos. Maslíah ha participado hasta la fecha, durante los últimos treinta años, en la grabación de más de cuarenta discos, la mayoría de los cuales contienen sobre todo versiones de sus increíbles canciones, que han despertado la admiración declarada de grandes del género como Sabina, Krahe o Albert Pla.
Cada canción de Leo Maslíah es un mundo único. Músico de sólida formación clásica, explora sin descanso el carácter lúdico del hecho de componer, lo que le lleva a emplear las más variadas maneras armónicas, melódicas, rítmicas, estructurales o literarias imaginables, siempre con un resultado notorio que, aunque no llegue en todas las ocasiones al mejor puerto, en multitud de ellas es sencillamente espectacular. La honda impresión que algunas de sus mejores canciones producen puede convertirse en estremecimiento y acto seguido en sonora carcajada que proviene de lo más profundo. Porque a todo esto, Maslíah es una especie de humorista. Como un humorista que no quisiera serlo, que no lo pretendiese, pero que no pudiera resistirse a espolvorear a lo largo de su repertorio gran cantidad de "observaciones" -a veces sueltas, a veces como punto de partida de una canción- que producen, junto a la más bestial y primaria explosión de hilaridad, arrebatos de ternura, empatía u otras sensaciones más difíciles de describir, siempre muy intensas, dominadas todas ellas por la impresión de que se encuentra uno ante una inteligencia apabullante. Como si de pronto alguien levantara el velo que oculta la verdadera realidad, mostrándote los misterios del mundo, y comprendieras de golpe que la explicación definitiva es que no hay nada que explicar, o si lo hubiera no podrías entender nada, pero a la vez, y aunque no te estén contando estrictamente un chiste, te estuviera permitido reír hasta quedar vacío. Impagable, único. Sí, léete de nuevo el final de este párrafo, que no lo entiendo ni yo. Pero por ahí van los tiros.
Los primeros discos de canciones de Leo Maslíah están dominados por el acompañamiento de guitarra española (también toca o tocaba la guitarra, y muy bien), aunque en seguida comienza a cobrar protagonismo el piano, que es sin duda su instrumento por excelencia. Tras un disco de debut llamado Cansiones Barias (Ayui, Montevideo, 1979), lleno de canciones de carácter marcadamente popular, grabó cuatro discos más (recientemente reeditados en dos respetuosos y completos cds, también por Ayui) que sobre la base piano/guitarra aportan una instrumentación cada vez más variada y que se encuentran entre mis favoritos aunque a día de hoy se alejan de lo que hace. De hecho son pocas las canciones de esa época que siga recuperando ahora en su siempre cambiante repertorio. Como también han salido al mercado un par de cds llamados Leo'84 (+/-2) que rescatan varias grabaciones en directo de muchas de estas canciones, existe al menos esta posibilidad de revivirlas en su momento más fresco.
Tras estos primeros discos empezó a usar con cada vez mayor frecuencia sintetizadores, efectos como pitch en la voz y cosas así, se lió a regrabar canciones (algunas están en más de dos o tres discos: en directo, en recopilaciones, con instrumentación distinta, etc) e incluyó cada vez más música instrumental mezclada con la cantada. Todos estos factores hacen que algunos de los discos de esta etapa (finales de los 80, principios de los 90) se me hagan en ocasiones un poco más arduos, aunque contienen quizá algunas de sus canciones más conmovedoras y conviven con otros especialmente inspirados como Buscado vivo, Punc o I lique roc. Después hizo algunos de sus (para mí) mejores discos, como el grandísimo Zanguango, en el que cuenta con la colaboración de un excepcional trío de musicazos que le da un color muy especial, o la imprescindible serie de tres directos que se editaron bajo el nombre Textualmente, y no ha parado hasta la fecha de editar perlas casi cada año. Bueno, sobre gustos no hay nada escrito, y además yo me quedo con todo en cualquier caso. Voy a centrarme en un disco que para mí tiene un valor especial por ser lo primero que escuché de él y por el impacto gigantesco que me produjo: se trata de Falta un vidrio, el segundo de su carrera.
Las canciones que incluye esta grabación fuera de serie exploran un sinfín de estados de ánimo, desde el drama casi aterrador de La moto y la angustia opresiva de María Clotilde o La Teresa hasta la ironía surrealista y delirante de Agua podrida, pasando por la crítica en forma de desternillante mofa de Súperman o Los que hablaban del tiempo. Una de ellas, la magistral Cerrajería, logra pasar por todos estos estados en fila india y te lleva de un lado a otro, si te dejas, con una habilidad que la convierte en uno de esos momentos en que puede que acabes riéndote a fondo sin saber exactamente por qué. Empleada de oficina que atiende al público despliega por cuatro veces una larguísima melodía que siempre parece querer acabar pero que no lo hace hasta mucho más allá, dejándote por fin sano y salvo en el suelo. Durante el trayecto la letra recrimina su mal genio a una empleada de ventanilla, y lo hace colocando cada sílaba en su sitio con una eficacia que no abunda. Artistas profesionales explora en su letra los motivos por los que los artistas se dedican a esto y, aunque tiene una melodía de lo más llana, la progresión de acordes incluye una modulación tan abrupta que roza lo cómico (¿o no?) y una inmediata vuelta a la (muy lejana) tonalidad original, tan sencilla que ni se nota. Esto convierte en fácil lo casi imposible, y es una habilidad que Maslíah parece haber desarrollado años después hasta límites insospechados, produciendo montones de canciones que se ceban en dotar de una apariencia cada vez más natural a unos giros armónicos y rítmicos cada vez más improbables o inesperados.
No puedo olvidarme de la única canción instrumental del disco, El rejunte, en la que la interpretación con piano preparado (esto es, modificando su sonido a base de meter entre las cuerdas papelotes o cacharrería diversa) se convierte en una especie de insólita danza tribal que parece brotar de un grupo nutrido de instrumentos de percusión. Un gran experimento, que como tantas otras veces dio lugar a un único y espectacular resultado.
En general este segundo disco muestra una madurez mucho mayor que la de su predecesor, aunque arrastra buena parte de su carácter popular. Pertenece a la primera época del autor, en que éste parecía tener una mayor intención de que sus canciones, más allá de ser combinaciones ordenadas de notas y sílabas, fueran disfrutadas por la gente en general con facilidad, con la empatía natural de quien se siente identificado con lo que oye, sea porque la música fuera fácil de sacar con una guitarra o porque las letras hablaran de temas más o menos cercanos. Ampliando un poco el concepto, en estos primeros discos Maslíah no tenía empacho en que muchas de sus canciones "dijeran cosas". Poco a poco, sin embargo, se fue produciendo en él una evolución que creo ver como algo natural en muchos músicos, sobre todo en muchos letristas: cada vez las canciones son concebidas en mayor medida como un fin en sí mismo y se van librando del yugo que supone que los oyentes traten de interpretar lo que el autor "ha querido decir", o incluso lo que piensa. Las canciones suenan y ya está. "Comprenderlas" es tarea vana, y lo que su autor piense de las cosas queda circunscrito a unas pocas canciones deliberadamente explícitas, o a lo que él decida comentar cara a cara con quien se cruce. Sabia decisión, me digo.
Bueno, que me enrollo y el teléfono sale caro. Sólo recomendaros, más áun que este u otros discos de Leo Maslíah, que asistáis a uno de sus conciertos siempre que podáis. No os arrepentiréis. Y con esto y un bizcocho.
Onán

 
 







Lista de Temas:
Cansiones Barias:
1. Imaginate m'hijo
2. Todo así
3. El concierto
4. La cementadora
5. El médico certificador
6. La chusma
7. La polca del espiante
8. Duérmete potrillo
9. Ojo con la púa
10. La balada del Pocho Martínez
11. Para hacer poesía
12. El encargado
13. Canción para vos
14. El ómnibus

Falta un vidrio:
1. La moto
2. Los que hablaban del tiempo
3. Artistas profesionales
4. Vieja flaca
5. María Clotilde
6. El rejunte
7. Adiós Miguel
8. Súperman
9. La Teresa
10. Productos porcinos
11. Cerrajería
12. Empleada de oficina que atiende al público
13. Agua podrida

Alineación:
- Leo Maslíah / Voz, guitarra, piano (en “Todo así”, “Duérmete potrillo”, “Para hacer poesía” y “El ómnibus”) y palmas (en “La polca del espiante”)
Bernardo Aguerre / Guitarra (en “El concierto”)
Fernando Cabrera / Voz (en “La cementadora”) y guitarra (en “La cementadora” y “El médico certificador”)
Carlos Morales / Guitarra (en “El médico certificador”, “Ojo con la púa” y “Canción para vos”) y palmas (en “La polca del espiante”)





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