Artista: Spock's Beard
Álbum: The Oblivion Particle
Año: 2015
Género: Rock progresivo
Duración: 65:50
Nacionalidad: EEUU
Y con los últimos estertores de esta semana vamos con el último de estudio de los Spock's Beard, por suerte hay gente que lo ha reseñado bien al disco, así que no tengo que presentárselos yo.
Nuevo y excelso ejercicio de estilo el que nos brinda SPOCK´S BEARD. Veinte años en la brecha siendo uno de los referentes de la escena Prog Rock no son moco de pavo y lo celebran con este “The Oblivion Particle”, doceavo disco de estudio y que al igual que el anterior ha sido grabado en The Mouse House con el productor Rich Mouser en los controles, bajo la supervisión del propio Alan Morse y el colaborador habitual de la banda, John Boegehold.Angel Silva
SPOCK´S BEARD son todo un seguro de vida cuando se habla de Prog Rock. El torrente creativo de Alan Morse y el talento de cada uno de los músicos es prácticamente inagotable. Siempre encuentran algo que les inspire para acabar facturando discos variados, con mucho jugo, al alcance de pocas formaciones actuales que quieran darse a este complejo género musical.
En líneas generales tenemos en “The Oblivion Particle” a unos Spock´s Beard en su vena más clásica y puramente progresiva, algo que dejará un tanto arrinconados a los que vieron en “Brief Nocturnes and Dreamless Sleep” a una banda bastante accesible, con muchos ecos al Hard Rock melódico y estribillos coreables, cortesía del Sr Ted Leonard, por supuesto. Pero para este nuevo trabajo Leonard ha tenido que amoldarse más al buen hacer instrumental de sus compañeros y no al contrario como ocurría en el que supuso su debut. Composiciones medidas al dedillo, pura crema progresiva dónde todo fluye con una calma y mimo que puede llegar a exasperar, más o menos como suele pasar con los discos de Neal Morse. Hay temas con alguna parte pegadiza sí, pero es el virtuosismo lo que manda en este trabajo.
Brillante inicio con “Tides Of Time”, que respira esencia clásica por todos sus poros, con una meritoria actuación del bajista Dave Meros en un rollo muy jazzistico. Ryo Okumoto no pierde el tiempo para deleitarnos con todo un arsenal de sonidos salidos de sus teclados, especialmente cuando encara un final rockero muy Purple. Le sigue a esta la divertida “Minion” que parece por momentos un ejercicio de improvisación dónde destacan los múltiples arreglos a cargo de Morse así como una base rítmica impecable en todo momento. “Hell´s Not Enough” es un corte más emotivo, con unas bonitas líneas de teclado y cuidadas acústicas que se electrifican para dejar paso a uno de los mejores momentos de Leonard.
Entre los cortes más destacados de este disco cabe citar un “Bennett Built a Time Machine”, que como bien indica el título va sobre viajes en el tiempo. Musicalmente tiene un rollo como de rock sesentero, a lo Simon and Garfunkel o incluso los Beatles más hippies. El tema está cantado casi en toda su totalidad por el batería Jimmy Keegan y la verdad es que les ha quedado una pieza de lo más curiosa, dónde además Okumoto hace de las suyas de medio corte hacia adelante dejándonos maravillados inmerso en su particular odisea temporal. “Get Out While You Can”, por el contrario, me parece de los menos logrados, muy atmosférico y con unas voces filtradas para dar un toque psicodélico que personalmente creo que no va con la personalidad de la banda y que difícilmente sonará en directo. “A Better Way To Fly” se muestra en sus dos primeros minutos como una extensión del anterior, protagonismo absoluto para los teclados de Okumoto que nos muestra además sus buenas dotes para el piano clásico. Más tarde el tema derivará hacia una travesura progresiva dónde el virtuosismo lo acapara todo de forma genial como no se podía esperar de esta banda. “The Center Line” es otra de las sorpresas, con un inicio que parece trasportarnos a un salón del oeste americano para ir derivando hacia un rollo más space rock, con un Leonard cantando en el registro con el que se encuentra más cómodo; un corte con mucho ritmo y con aires como de western.
Ya finalizando, la banda nos muestra su cara más cinemática. Si hay un corte que respire a banda sonora de película ese es “To Be Free Again”. Libertad es lo que se toman en esta nueva genialidad compositiva, mucho menos artificiosa que otros cortes del disco y sin embargo, a su modo, mucho más compleja. El disco capitula en su edición sencilla con “Disappear”, corte emotivo que cuenta con una de las mejores partes instrumentales del trabajo, que ya es decir, y con la colaboración de David Ragsdale de KANSAS para darle a la cosa mayor caché todavía. La edición especial incluye el tema “Iron Man”, que como es habitual en las presentaciones promocionales de Inside Out no se incluye, por lo que habrá que esperar a que el disco ande colgado por spotify.
Y con esto me voy despidiendo hasta la semana que viene, creo que ya tienen bastantes maravillas para disfrutar en el fin de semana largo, y acá va otra más. Si no me creen, lean el comentario que sigue...
¿Qué logros diríamos que ha obtenido Spock’s Beard a lo largo de estos veinte años de carrera? Desde aquellos días donde los hermanos Morse tocaban covers en locales de baja estofa, pasando por un puñado de álbumes que traerían los años gloriosos del prog rock a primera plana, la religiosa despedida de Neal, alma máter, a través de una ópera rock de más de cien minutos a la manera de Tommy (Track Records, 1969) o The Lamb Lies Down on Broadway (Charisma Records, 1974), hasta la recogida del testigo por parte de Nick D’Virgilio — que, como se vino a bromear, fue una situación similar a la de Genesis, donde el líder pasó la batuta al segundo cantante y baterista y éste acabó por fagocitar funciones ajenas — . Los nuevos Spock’s Beard tienen bastante clara su herencia, son autoconscientes aunque, por fortuna, nunca permisivos. D’Virgilio, tras abandonar las américas para unirse al Circle du Soleil, no ha parado de trabajar, tanto con los británicos Big Big Train como con los prometedores talentos Dave Kerzner y Robin Armstrong. Y Jimmy Keegan, batería oficial durante ya dos discos, desde que perdiera la oportunidad de financiarse un proyecto en solitario tiene bien asumidas todas esas responsabilidades colaterales. Ted Leonard, por su parte, parece sentirse cada día más cómodo, formando parte activa de la plantilla compositiva.Hipersonica
Aquel carácter heredado se ha licuado sobre la marea de una democracia un tanto caótica
A razón de esto, en ‘The Oblivion Particle’ (InsideOut Music, 2015) tenemos muchas piezas, un baúl lleno de riffs de banjo, solos de sinte old school, vocales espaciales sobre mellotron-strings y toneladas de líneas de bajo incombustibles. Y aquí deviene el primer problema de síntesis: tantos elementos dirimen a favor de la impersonalidad. Estos Spock’s Beard suenan bien, sofisticados — Rich Mouser hace auténtica magia con la mezcla — , pero aquel carácter heredado se ha licuado sobre la marea de una democracia un tanto caótica. Diríase al menos que los temas no redundan en los típicos recursos morsianos… y estaríamos justificando la ausencia de destellos de genio sobre una frescura marciana e improvisada. Entremos en materia:Si bien ‘Bennett Built a Time Machine’ no es otra cosa que un single procedimental, este trabajo esconde dos facetas internas, una dualidad curiosa: ‘Tides of Time’ — un mero peaje de presentación — , ‘Minion’, ‘Get Out While You Can’ y el citado ensayo para radios, fundamentan un primer bloque de treinta minutos poco hábiles para conformar al público tradicional. Estribillos fáciles y escasa estrategia. Es en ‘A Better Way To Fly’ donde Spock’s Beard renacen con verdadero músculo, el descubrimiento yesiano, el arrojo y la concatenación perfecta. A partir de aquí las duraciones se dilatan, los versos se reducen, los músicos desatan su apetito instrumental y, en fin, el disco solidifica como el de la escultura griega. ‘The Center Line’ es, efectivamente, un retorno del gigante, por medio de una obertura de piano desenvuelta en un encabalgado riff propio de los mejores días de Kindness of Strangers (Giant Electric Pea, 1998). To Be Free Again nos recuerda, de nuevo, el motivo de la libertad y el vuelo alto dentro de una pseudo-suite de diez minutazos, donde se dan la mano fraseos de acústica recuperados para la ocasión con virtuosos despliegues sonoros de textura sinfónica, orquestal. Y Disappear, partiendo con un acorde Mi4 de órgano, logra poco a poco elevar la apuesta hasta alcanzar uno de los cierres mejor definidos y redondos de la carrera de estos barbudos. Atención a esta súplica velada sobre el cameo de David Ragsdale: “We could disappear, you and me, we could be, anyplace else not here”. Qué razón llevaba quien juraba que los singles de presentación se extraen siempre de los peores temas del disco.
Respondía Leonard en una entrevista que esta banda, este negocio, todavía tiene bastante por decir — la asombrosa riqueza de ideas del cantante y segundo guitarra por poco dinamitan la escritura del resto de miembros — . Y uno se pregunta si eso que han de contar está en la dubitativa primera parte del discurso o si por el contrario entronca con la resuelta segunda parte, donde la sangre fresca cobra sentido conceptual. Recurriendo a la analogía de los primeros conciertos de una gira o a los temas iniciales de un recital, cualquiera diría que para engrasar las muñecas y desperezar la cabeza solicitan una contrapartida ídem al oyente. O, quizá, estén usando la veteranía que confieren doce álbumes para apostar arriesgando. Total, bien se han ganado cualquier concesión.
7,8/10
The Oblivion Particle es una respuesta documental a dos décadas de exploración creativa y pulso compositivo. Por momentos coquetea con las horas bajas de Octane (InsideOut Music, 2005), para después acariciar los días de gloria de V (Metal Blade Records, 2000). Tan irregular como sugestivo. Los logros obtenidos orbitan en torno a momentos aislados sobre discos concretos, porque Spock’s Beard pocas veces podrá firmar con rigor haber compuesto una pieza directa al pecho, un pelotazo para tararear durante generaciones, pero sí puede coronarse al mérito, presumir de ser una de las pocas bandas vivas que sustentan ese extraño legado muerto y enterrado a mitad de los ’70. Su nulo sentido del ridículo ha demostrado que nunca han hecho el ridículo y, mientras los imitadores crecen como setas, ellos capean las dificultades de una lineup caprichosa o las irregularidades de una industria absolutamente fragmentada y digital. Que sigan adelante.
Lista de Temas:
1. Tides of Time (7:45)
2. Minion (6:53)
3. Hell's Not Enough (6:23)
4. Bennett Built a Time Machine (6:52)
5. Get Out While You Can (4:55)
6. A Better Way to Fly (8:57)
7. The Center Line (7:05)
8. To Be Free Again (10:24)
9. Disappear (6:36)
Alineación:
- Ted Leonard / lead & backing vocals, guitar
- Alan Morse / guitars, mandolin, electric sitar, banjolele, autoharp, backing vocals, co-producer
- Ryo Okumoto / piano, organ, Mellotron, synths
- Dave Meros / bass, synth bass, backing vocals
- Jimmy Keegan / drums, percussion, backing vocals
With:
David Ragsdale / violin (9)
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